“Incompetente”, “espía ruso”, “peligroso radical”, “fanático”… El líder del Partido Laborista británico, Jeremy Corbyn, habrá sido todo eso sucesivamente según sus adversarios. Aunque tan infundada como las demás, una acusación parece haber conseguido imponerse en los medios de comunicación predominantes: la de antisemita. Esta forma de proceder pretende descalificar de entrada a cualquier oponente.
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