Las mujeres siempre han tenido muchos problemas a la hora de labrarse una carrera en el ámbito de la ciencia. La situación, que ha ido mejorarndo con el tiempo, era especialmente grave hasta que hace apenas 50 años, cuando sus aportación , si bien importantes, ni siguiera eran reconocidas debidamente, salvo contadas excepciones, como Marie Curie, la mayoría de las mujeres científicas, a pesar de haber contribuido de forma notable al avance de la ciencia, sufrieron antes de esa época una escasa atención por parte de la sociedad machista imperante, que impedía su desarrollo y devaluaba sus logros. Un ejemplo flagrante de esta incomprensión lo protagonizó la estadounidense Henrietta Swan Leavitt.
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