En general, los mecanismos de daño en el material de estructuras metálicas se producen como consecuencia del desarrollo de dos fenómenos:
la corrosión y la susceptibilidad del metal a la rotura frágil.
Para controlar estos fenómenos se suelen establecer programas de mantenimiento que contemplan la realización de inspecciones periódicas (llamadas inspección básica y principal en el campo de las inspecciones de puentes).
El alcance de estas inspecciones es generalmente visual, empleando en ocasiones medios auxiliares de acceso. Normalmente este alcance es suficiente para controlar los daños por corrosión, daños que suelen ser bastante ostensibles y fáciles de detectar.
Sin embargo la inspección visual de la estructura puede no ser suficiente para la detección de posibles grietas en el metal, daños que no son infrecuentes en estructuras antiguas y pueden conducir a fallos con insuficiente capacidad de aviso.
Una opción en estos casos sería plantear de forma generalizada en estos puentes inspecciones periódicas muy intensivas, incrementando el tiempo de inspección y empleando medios auxiliares de acceso.
Claramente esto encarecería en gran medida la inspección.
La solución de compromiso sería que el control periódico las estructuras susceptibles de desarrollar este tipo de daños se realizase con ese mayor alcance sólo en las zonas críticas de la estructura. La identificación de estas zonas críticas pasa por realizar un análisis previo que señale cuáles son los elementos cuyo fallo puede dar lugar a daños desproporcionados en el conjunto de la estructura; y cuáles son las áreas en las que pueden producirse mayores concentraciones de tensiones.
Determinar en qué puentes es necesario que las inspecciones periódicas tengan ese mayor alcance puede realizarse conociendo la sensibilidad del material metálico a la rotura frágil. Como por lo general no se tiene dicho conocimiento, se puede realizar una primera caracterización del material mediante ensayos sobre muestras tomadas de la propia obra (por ejemplo mediante ensayos de impacto tipo Charpy, el análisis químico del metal, y la caracterización por microscopía de su estructura metalográfica).
A modo de ejemplo se muestra el caso de un puente de ferrocarril de un siglo de antigüedad en el que en una inspección visual se detectaron grietas en el metal que comprometían severamente su integridad estructural, por lo que fue inmediatamente puesto fuera de servicio. Posteriormente se realizaron ensayos que confirmaron la susceptibilidad del metal a la rotura frágil y justificaban la aparición de los daños.
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