El 23 de mayo de 1618 tres funcionarios habsbúrgicos fueron arrojados por una ventana del castillo de Praga. Esta célebre defenestración marcó el inicio de lo que se conoce como la Guerra de los Treinta Años. Hacía tiempo que la guerra planeaba en el horizonte, pero la escalada desde una crisis en Bohemia a una conflagración de gran envergadura a lo largo y ancho del Sacro Imperio Romano que arrastró a la Monarquía Hispánica, a Transilvania y a otras potencias europeas no era inevitable. Aunque malheridos, los tres funcionarios sobrevivieron, lo que dejó una puerta abierta a una solución pacífica. Por desgracia, los esfuerzos por contener la crisis fracasaron y los acontecimientos se precipitaron hacia un conflicto aún más grave.
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