La defensa de la vida humana es un valor que pertenece al patrimonio ético de la humanidad, sin que sea exclusivo de ninguna ideología o religión. Cualquier persona comprende con evidencia, y sin necesidad de otras explicaciones, que la convivencia social sería imposible, si no existiera este presupuesto básico y necesario para las relaciones humanas. Ningún código ético defiende, por ello, el crimen o asesinato. Hasta las legislaciones más tolerantes sobre el aborto, por ejemplo, comienzan siempre por una apología y defensa de este derecho fundamental.
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