Sabemos que las obras arquitectónicas de la época prehispánica, colonial y republicana, constituyen buena parte de nuestro patrimonio y dinamizan un turismo cultural en ascenso; sin embargo y desde siempre, el interés se ha concentrado exclusivamente en los grandes monumentos como Machu Picchu dejando de lado la observación de esas otras obras que el artesano rural hizo y sigue haciendo en su arquitectura cotidinana.
La importancia de estas obras menores pero numerosas radica, por un lado, en que esta arquitectura viva, facilita el entendimiento de patrones constructivos utilizados en épocas pasadas. Para comprobar la hipótesis someramente delineada tomaremos el caso de Túcume, al norte de Chiclayo, pues es un pueblo con historia y grandes e interesantes manifestaciones de continuidad cultural.
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