Vaya por delante mi agradecimiento al director del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, y a los responsables de su prestigiosa revista, por esta invitación a participar con este breve artículo conmemorando estos 25 años de publicaciones. Lo hago en mi condición de secretario del Consejo General de Hermandades y Cofradías de Sevilla, pero también, y no menos, en la de un jurista que trabajó muy satisfactoriamente en la Dirección General de Bienes Culturales, y que vio nacer, crecer y fructificar ese buque insignia del patrimonio cultural en Andalucía que es el IAPH.
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