En este texto se discuten distintos modelos de “memoria democrática”, que se materializan en el uso memorial del espacio público y la gestión del patrimonio construido. Frente a un modelo de tipo liberal y a otro de tipo “antagonista”, se propone aquí un enfoque centrado en los procesos más que en los objetos, una idea de “memoria democrática” según la cual el valor de los monumentos reside principalmente en su capacidad de generar debates públicos, cohesión social, ensayos de gestión colectiva de lo común
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