A 50 años del movimiento estudiantil, en la Ciudad de México se han presentado dos extremos críticos para la memoria histórica de la sociedad: el recuerdo y el olvido. Pero ¿qué representa erradicar el nombre de un autor de otros medios que no están directamente vinculados a la catástrofe? Los monumentos y el patrimonio están relacionados directa e indirectamente con la historia, pero los mecanismos en que los observamos quizás deban replantearse a partir de una reflexión filosófica que da cuenta de que la cima sobre la memoria está densamente oculta tras la neblina de nuestra propia identidad y discutir sobre ello en el siglo XXI es un parámetro implícito para enfrentar los nuevos retos que se desenvuelven frente a nosotros, cada vez, con mayor rapidez.
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