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Resumen de Exilio republicano: hay futuro en este pasado

Mari Paz Balibrea Enríquez

  • El exilio republicano es el legado democrático perdido más importante del siglo XX español. Invocar su memoria sirve para preservar los valores de la democracia de hoy y del mañana.

    En 2019 se cumplen 80 años del final de la Guerra Civil española y, por primera vez desde la instauración de la democracia tras la muerte del dictador Francisco Franco, el gobierno de España ha decidido convertirlo en una ocasión para la conmemoración y el homenaje. Conmemoración de que su fin forzó la expulsión masiva de alrededor de medio millón de personas amenazadas de muerte en condiciones de absoluta precariedad; homenaje a un colectivo culpabilizado por su defensa de o percibida adhesión al gobierno democrático y democráticamente elegido de la Segunda República, así como a los países donde ese grupo encontró cobijo. Es un reconocimiento de que con la derrota se perdió un proyecto de país de inigualada modernidad y ambición democrática en su historia, y de que esa pérdida merece respeto y duelo: gestos simbólicos que, por parte de un Estado, indiquen que se aprecia el legado herido, traumatizado, que sobrevive, en cuerpo o en memoria, a la persecución franquista, y que se está dispuesto a establecer una genealogía que conecte el presente del país con ese pasado derrotado. Es, en definitiva, una toma de partido, un abandono de la equidistancia a la hora de valorar las razones y los resultados de la Guerra Civil que ha caracterizado la interpretación de este pasado nacional desde los años sesenta del siglo XX.

    No era la primera vez que la fuerza represora y reaccionaria del Estado español ejercía su derecho soberano a la expulsión. Este mismo Estado se había fundado en la voluntad de erradicar del mapa a moros y judíos en un contexto aún dominado por las lógicas del Antiguo Régimen. A pesar de las diferencias, en la modernidad nuevas expulsiones –la de los jesuitas en el siglo XVIII y la de liberales y carlistas en el siglo XIX– permiten dibujar una línea infame de coherencia antitolerante característica de la historia del Estado español, por otra parte nada excepcional en la historia de los Estados. Sin embargo, específica de la historia española en la modernidad sí es la imposibilidad de imponer un proyecto nacional sobre los demás, lo que explica una proliferación de órdenes de destierro o huidas del país, dependiendo del grupo que consiguiera una hegemonía provisional y según su definición del enemigo a eliminar: liberal, reaccionario, conservador, revolucionario, católico o nacionalista catalán. Pero el exilio republicano de 1939, a diferencia de los anteriores, es un exilio de poblaciones enteras, no de intelectuales escogidos y con medios para sobrevivir en el extranjero; es un exilio masivo como el de judíos y musulmanes y ejemplo temprano en un siglo abundante de desplazamientos forzosos que no han cesado, hasta el día de hoy, de azotar las zonas en guerra del planeta.

    El exilio republicano que centra la atención en este 80 aniversario es, de la Segunda República derrotada en la guerra, su legado menos conocido, pero también el más productivo de esperanza y vida. Una vez terminada la dictadura hace ya 44 años y con el cese de las condiciones políticas que crearon el exilio, otras prioridades políticas a las que me referiré más adelante, y la pervivencia de estructuras historiográficas nacionales nos han impedido valorar en su justa medida ese caudal…


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