Un amor comedido habría impedido a aquella pecadora exponerse a sabiendas a la humillación y el escarnio de los comensales que acompañaban a Jesús. Por eso, aquel "¿Ves a esta mujer?" que pronunció el Señor ponía de relieve su amor desproporcionado despreciable a los ojos de los prepotentes. Un espejo de su propia forma de amar, y un modelo de las cualidades con las que la mujer hace brillar el rostro del Dios que nos cuida y nos quiere entrañablemente; así como un compendio de rasgos femeninos que enriquecen la espiritualidad.
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