Suceder a un mito no es fácil. Ése es el reto de Thabo Mbeki, nuevo presidente sudáfricano, tras la retirada de su padrino Mandela y el reciente paseo electoral del Congreso Nacional Africano. Nadie espera cambios radicales de quien, como vicepresidente, ha dirigido de facto el país en los últimos meses. Pero la minoría blanca teme que sus ansias de igualdad racial conduzcan a una era de privilegios para los negros.
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