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Santa Marta, guardiana de hogares ajenos

  • Autores: Patricia Grau-Dieckmann
  • Localización: Eikón / Imago, ISSN-e 2254-8718, Vol. 6, Nº. 1 (11), 2017, págs. 51-68
  • Idioma: español
  • Títulos paralelos:
    • Saint Martha, patron saint of other people’s homes
  • Enlaces
  • Resumen
    • español

      La historia de Santa Marta es paradojal y conmovedora. Representada en el arte con una escoba y un cucharón, que la marcan como encargada de las tareas domésticas, vive a la sombra de sus hermanos María de Betania —la Magdalena— y el resucitado Lázaro. Es la silenciosa mujer que toca el ruedo de Jesús con la esperanza de curar su vergonzante hemorragia menstrual; es la que debe limpiar y cocinar mientras su espiritual hermana, que “elige la mejor parte”, permanece absorta (y ociosa) ante las palabras de Jesús. Luego de una dolorosa agonía, el dramático protagonismo de Marta en su propia muerte era un hecho innegable, pero este le es arrebatado teatralmente cuando inesperadamente un coro de ángeles transporta gloriosamente a los cielos el alma de su hermana. Santa Marta muere días después, a la intemperie, humildemente acostada en el piso, sin ángeles y sin música. Murió como vivió, sin estridencias. Mujer sin hombre, familia, ni hogar propios, la virgen Marta es, paradójicamente, venerada como patrona de las amas de casa.

    • English

      The story of Saint Martha is both paradoxical and touching. Represented in art with a broom and a ladle appointing her as housewife, she lives at the shadow of her siblings Maria of Bethany—Mary Magdalene— and the resurrected Lazarus. She is the silent woman who touches the hem of Jesus in the hope of curing her shameful menstrual bleeding. She is the one who must clean and cook while her spiritual sister —whom in the words of Jesus, “chooses the best part”— remains absorbed (and idle). After a painful agony, the main dramatic role of Martha in her own death was an undeniable fact, but her final act is stolen theatrically when an unexpected choir of angels conveys gloriously to heaven the soul of her sister. Saint Martha dies some days later, outdoors, humbly lying on the floor, with no angels and no music. She died the way she lived, with no stridency. Woman with no man, family, or home of her own, Martha the virgin is, paradoxically, venerated as the patroness of housewives


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