A poco que uno indague en cualquier sector y aunque solamente sea por respetar la ley de los grandes números, siempre aparecen personas físicas o jurídicas que en el ejercicio de su actividad no solamente eluden olímpicamente las leyes que ponen orden y concierto en la tarea considerada, sino que además no sienten el mínimo respeto por las personas a las que se dirige su oferta. El negocio publicitario también presenta sus propios estigmas, si bien hay que armarse de valor para calificar, sin más, determinadas ofertas como publicitarias; son acciones publicitarias desde el momento en que emplean los medios masivos para comunicarse con un público heterogéneo, anónimo y geográficamente disperso, pero pierden tal naturaleza cuando las citadas comunicaciones son ejecutadas en campaña sin la estricta consideración de la normativa que regula la actividad publicitaria.
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