El texto parte de la base de explicitar cuales son los aspectos que podemos calificar como melodramáticos para poder enfrentar el llamado cine apocalíptico desde una perspectiva que no es la coincidencia plena con los discursos al uso, sembrando, así, una duda sobre la vigencia de las etiquetas mismas. Sea como fuere, los dos elementos básicos en cualquier melodrama son el concepto de herida y el de tiempo; evidentemente, en un tipo de discurso audiovisual edificado sobre tramas que conectan de una forma más o menos evidente con algo que nos parecería el fin de los tiempos, sea por amenazas, catástrofes u otras causas que no acertamos a adivinar, las aspectos melodramáticos básicos (el tiempo y la herida) sufren alteraciones que, sin impedir que cumplan su función argumental, se proyectan en otra dimensión. La transversalidad de lo melodramático no solamente se ha mantenido en el tiempo sino que se ha reforzado.
Algo similar acontece con la herida, en tanto pérdida arrastrada de forma traumática por el personaje, que pasa en este caso a una dimensión mucho más relevante: no solo se trata de la muerte de seres queridos sino de la desaparición del género humano en su totalidad; además de la herida personal, que juega de forma similar al melodrama clásico, se arrastra una herida colectiva vinculada a un futuro inequívoco (en este caso, la herida no proviene del pasado sino que es una constatación del futuro). Partiendo se esta base, se desarrolla la argumentación recorriendo una serie de títulos emblemáticos de este tipo de cine con especial atención, como paradigma, a la serie The Leftovers.
This article specifies the main features of the melodrama, to confront the so called apocalyptic cinema from the will to restate the concepts themselves. We think that the basic ele-ments of the genre are the wound and the time. In a type of audio-visual speech in whose plots the end of the times is re-presented, good it is for threats, for catastrophes or for other reasons that we do not happen to guess, the above mentio-ned elements suffer alterations that, without managing to prevent that they fulfill its plot function, are projected to another dimension. The transversality of the melodrama not only is kept, but it is reinforced. The wound, while wretched loss of traumatic form for the role, acquires a much more re-levant dimension: not only it is a question of the death of dear beings, but the disappearance of the mankind in its en-tirety; besides the personal wound, which plays from similar form to since it does it in the classic melodrama, crawls diffe-rent, collective and linked to an unequivocal future. In our argumentation, we resort to emblematic titles of this type of cinema, with special attention, as paradigm, to the series The Leftovers.
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