Los juguetes educativos se publicitan sin cesar proclamando que ayudan a que el bebé aprenda, lea, haga cálculos y camine antes, pero las pruebas científicas son escasas. Incluso de ser cierto que el progreso se acelerase, los estudios no demuestran que tal avance brinde ventajas a la larga. Las imágenes televisivas y los vídeos acelerados pueden dificultar la capacidad del bebé para comprender el ritmo natural de las cosas, lo que puede conllevar problemas de atención. El mayor beneficio del juego proviene de la interacción con otro ser humano; así que los padres deberían buscar tiempo para compartir con sus hijos.
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