Alejandro López Vidal, César Bartolomé Muñoz
La fachada, envolvente o piel constituye la primera imagen que asociamos a un edificio, de forma que el arquitecto siempre se busca que ésta tenga un aspecto único y diferenciador.
Al mismo tiempo, la fachada es la principal barrera que separa a las cambiantes condiciones ambientales del espacio interior del edificio, debiendo garantizar el cumplimiento simultáneo de una serie de prestaciones como aislamiento acústico, impermeabilidad, resistencia al fuego o eficiencia energética, además de ser perdurables en el tiempo. El hormigón, como material masivo, y en sus múltiples formas y combinaciones, ofrece posiblemente la base óptima para cumplir con todas estas funciones, al tiempo que presenta ilimitadas posibilidades estéticas.
El presente artículo analiza cómo las fachadas de hormigón arquitectónico y sus industriales están afrontando los retos actuales: la sostenibilidad de la construcción, la eficiencia energética en los edificios y los requisitos estéticos propios de una arquitectura cada vez más ambiciosa.
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