Los espacios de alta montaña debido a su marginalidad geográfica han padecido durante décadas un intenso proceso de despoblamiento, que tan solo el turismo masivo de nieve ha logrado frenar e incluso revertir a partir de la segunda mitad del siglo XX. Precisamente, la escasa presión humana sobre estos espacios, de características físicas extremas, ha permitido mantener y conservar un patrimonio natural y cultural de innegable valor y atractivo que, con el paso del tiempo, se ha convertido en uno de sus principales activos de desarrollo económico y social. La patrimonialización de la montaña, vinculada al auge del turismo y la puesta en valor de los recursos naturales y culturales, es hoy en día una realidad sustentada por las distintas políticas de desarrollo local. Ante el actual escenario del cambio climático y su impacto sobre el turismo de nieve, las nuevas estrategias de desarrollo turístico relacionadas con el patrimonio cultural y natural cobran notoriedad e importancia y el patrimonio histórico-artístico se posiciona como un activo destacado de territorio, que contribuye a diversificar las líneas de producto turístico y a desestacionalizar la temporada.
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