La destrucción de Pompeya por las cenizas del Vesubio provocó que la ciudad quedara preservada a través de los siglos, hasta que fue progresivamente descubierta y salieron a la luz con increíble vivacidad sus viviendas y edificios públicos. Junto a estos restos arqueológicos, llenos de vida y color como en ningún otro yacimiento conocido, aparecieron, y siguen apareciendo, grafitos y pintadas que nos hablan de los pensamientos y la vida social de los pompeyanos. Desde los carteles oficiales a los testimonios más personales de amor, odio, envidia, nostalgia u otros sentimientos, toda la paleta vital de los pompeyanos cobra vida a través de sus propias palabras. En ningún otro lugar podemos tomarle el pulso a una ciudad romana en movimiento, que tejía sus relaciones sociales a través de las paredes de sus calles, edificios y viviendas. Los más de diez mil grafitos y pintadas conocidos constituyen tanto un valioso documento para estudiar la lengua latina viva de los pompeyanos, como una inigualable fuente de conocimiento para el historiador de la Antigüedad. Las pintadas, realizadas en letras rojas o negras por especialistas, tenían voluntad de permanencia y daban cuenta de acontecimientos festivos como los anuncios de juegos de gladiadores, de alquiler de propiedades, de objetos perdidos o de carteles electorales que pedían el voto para determinados candidatos.
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