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Resumen de La tradición surandina del desierto: etnobotánica del área del Salar de Atacama (Provincia de El Loa, Región de Antofagasta, Chile)

Carolina Villagrán, María Victoria Castro, Gilberto Sanchez, Marcela Edith Romo Marty, Claudio Latorre, Luis Felipe Hinojosa

  • El área del Salar de Atacama, Provincia de El Loa, segunda Región de Antofagasta del norte de Chile, es una de las más secas del mundo, correspondiendo al área de máxima penetración del Desierto de Atacama en la costa Pacífica de Sudamérica. En efecto, y en concordancia con la disminución de las lluvias en sentido NW-SE, desde los Andes de Arica (18°S), hacia los de Antofagasta (24°S), se observa que la vegetación se retrae paulatinamente hacia mayores altitudes. Así, extensas áreas al interior de la ciudad de Calama, representadas por el Salar de Atacama, Cordillera de Domeyko y sectores bajos de la vertiente occidental andina corresponden a desiertos ‘absolutos’, con valores de coberturas de plantas vasculares prácticamente nulos. La hiperaridez de la región es interrumpida por oasis, como San Pedro de Atacama y Toconao, y algunas quebradas que cuentan con agua permanente, hábitats que permiten el desarrollo de agricultura en el sector. Así, y a pesar de la extremada aridez y aislamiento, subsisten en la región poblaciones con tradición atacameña que han desarrollado un acabado conocimiento y uso de los precarios recursos bióticos del desierto. El objetivo de este trabajo es acceder al conocimiento de las plantas en los territorios de estas culturas y definir sus singularidades etnobotánicas, en correspondencia con su situación tan especial dentro de los Andes del norte de Chile. Con este propósito, se realizó una recolección exhaustiva de la flora del área y un muestreo sistemático de la vegetación, este último siguiendo un transecto altitudinal desde el Salar de Atacama (2.700 m) hasta el Salar de Aguas Calientes (4.500 m). Posteriormente, se entrevistaron 38 personas provenientes de San Pedro de Atacama, Toconao, Talabre, Camar, Socaire y Peine. Para las 173 especies de plantas consultadas se registraron 416 nombres vernaculares, correspondiendo la mayor proporción al español (53%) o una combinación indígena-español (12%). Entre los nombres indígenas destacan los provenientes de los idiomas atacameño o kunza (8%), quichua (5%), aymara (2%) o una combinación de estas tres lenguas (16%). Un rasgo interesante es la existencia de nombres múltiples, y en varias lenguas, para una cierta cantidad de especies, probablemente una expresión del multilingüismo que caracteriza a la región. Se ha registrado también diferenciación de nombres de plantas dentro del área de estudio, existiendo un conjunto de nombres vernaculares de plantas restringidos al sector sur del Salar de Atacama, específicamente a las localidades de Peine, Socaire y Camar. Estos nombres son definidos por algunos informantes como correspondientes a las denominaciones antiguas de las plantas (“nombres que daban los abuelos”) y pertenecerían al idioma atacameño o kunza. En lo que se refiere a la etnoclasificación de las plantas,  y tal como ha sido documentado en otros estudios etnobotánicos andinos, la denominación de las especies, y la distinción de grupos de especies, se basa principalmente en el contraste de características morfo-fisionómicas. Entre las clases de agrupaciones de plantas registradas, categorías etnogenéricas, destacan las construidas sobre la base de formas de crecimiento (agrupaciones de formas de vida); por parecido morfológico general (agrupaciones “taxonómicas”); por comparación con otras plantas importantes o útiles (agrupaciones en torno a un referente); por similitud de algún atributo morfológico, terapéutico, alimenticio, u otros (agrupaciones por similitud en alguna propiedad). En los Andes del norte de Chile, las dos últimas clases de agrupaciones son exclusivas de la región del Salar de Atacama. De las 173 especies consultadas en Atacama, 165 tenían uno o más usos (94,8%), distribuyéndose los distintos tipos de usos en las siguientes 10 clases principales: Forrajero, 35%; Medicinal, 24%; Alimenticio, 9%; Combustible y Leña, 6%; Construcción y Artesanías, 6%; Adorno, 5%; Tintóreo, 4%; Perjudicial, 3%; Ritual, 2%, y Otros usos variados, 6%. Generalmente, las especies tienen de uno a tres usos aunque, para varias especies, se registraron usos múltiples (e.g. la chillka, con siete usos; el algarrobo, con seis). La utilidad de la flora de los distintos pisos de vegetación muestra las siguientes tendencias: El Piso Altoandino es predominantemente forrajero (52%) y los Pisos Puneño y Prepuneño son principalmente forrajero (Puneño, 31%; Prepuneño, 44%) y medicinal (Puneño, 25%; Prepuneño, 13%). También, en ambos pisos, las especies de plantas tintóreas y alimenticias son más abundantes que en el resto de la vegetación del área. La flora azonal de las quebradas, riberas de ríos, salares y chacras muestra un uso más diversificado, hecho que corresponde a la heterogeneidad vegetacional que caracteriza estas formaciones. Se discuten los resultados etnobotánicos en el contexto de la cosmovisión, percepción ambiental, control de recursos naturales y transformaciones, por parte de las comunidades estudiadas.


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