La gestión del agua ha evolucionado desde una planificación del agua como recurso con un objetivo único, abastecer las demandas cuantitativas, hasta una gestión integrada de cuencas que no solo incorpora criterios de calidad del recurso a los objetivos de la planificación, sino que integra la gestión del territorio, sus usos, sus componentes, el agua como recurso y el agua como bien, y a los ciudadanos en un sistema complejo en el que las interacciones son múltiples y no lineales. La aplicación práctica de este marco metodológico no es simple, a pesar de que la Directiva Marco del Agua (2000) ya incorporaba estos principios de forma explícita. Este trabajo plantea los principales retos que enfrenta la buena práctica de una gestión integrada de cuencas en el siglo XXI en un contexto de elevada dependencia del agua como recurso básico en el desarrollo económico y social del territorio, pero a la vez sometido a la necesidad de planes de adaptación frente al calentamiento global sostenibles. Para ello, presenta conceptos ya conocidos como el análisis de riesgos o el factor humano, y analiza su utilidad como componentes clave para desarrollar políticas participativas, utilizando dos casos de estudio en el sur de España.
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