Desde que la biología se secularizó e inició el escrutinio molecular de la vida, la posibilidad de la síntesis artificial de células vivientes en un laboratorio fue palpable. La biología sintética contemporánea aspira a diseñar y fabricar nuevas formas de vida con la intención de obtener beneficios sociales y económicos, a pesar de que no se tiene que descartar que también obtendremos, por la vía sintética, recompensas científicas en términos de una mayor comprensión de la complejidad biológica a las cuales no podríamos acceder por la vía analítica. Está claro, por tanto, que biología sintética es un término que despierta expectativas, pero no es menos cierto que también provoca inquietud. En este artículo partimos de una crítica de la identificación de las células con las máquinas para discutir el alcance de los esfuerzos para estandarizar la biología sintética y exponemos también algunas implicaciones sociales derivadas de los intentos de fabricar la vida.
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