La actuación parte de dos decisiones básicas, que nacen ambas como respuestas a situaciones preexistentes. La primera de ellas es la consideración de las relaciones entre el interior y el exterior, entre la amabilidad y el recogimiento del primero y el tumulto y el ruido del segundo, en una relación dialéctica que pretende aislar la amabilidad del espacio interior sin renunciar a las posibilidades que ofrece su relación con la calle. La segunda de aquellas decisiones proyectuales es la creación de unas nuevas geometrías que impongan su propio orden sobre la irregularidad del contenedor existente. Todo ello sin olvidar en ningún caso, la exigencia de definir un ambiente cálido y acogedor, sin estridencias que reclamen innecesariamente la atención del comensal.
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