El denominado año Gaudí, a través del que se celebra el ciento cincuenta aniversario de su nacimiento, constituye una excelente ocasión para una nueva manipulación mediática de una figura singular que, a su indudable potencia creativa, une una evidente facilidad de ver vulgarizada y pervertida su obra hasta niveles increíbles, desde ceniceros de “trencadís” y pañuelos de seda, hasta burdas reproducciones a escala natural de algunas de sus obras, como debería ser definida la nueva Sagrada Familia. Uno de los escasos acontecimientos del año Gaudí, que aporta nuevos datos a la figura del arquitecto, es la visión sugerente e innovadora que de sus obras ofrece la cámara de Rafael Vargas, motivo de una singular exposición instalada en los locales del FAD.
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