Los derechos de las mujeres no dependen de una discusión coyuntural, o bien de la apropiación de un malestar subjetivo, el feminismo siempre ha elevado las cotas de bienestar, como se puede verificar por los increíbles cambios de vida y de oportunidades entre generaciones sucesivas. Su reconocimiento ha estado supeditado, en demasiadas ocasiones, a la sensibilidad de quien administraba el derecho de admisión de las mujeres: en los consejos de administración, en la Real Academia de la Lengua o en otras de similar prestigio, en los puestos de decisión financiera, universitaria, económica. La sensibilidad no puede erigirse en el principal ingrediente para definir la posición de las mujeres en la estructura social, sino la justicia y los derechos fundamentales.
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