El conocimiento afectado

• Autores: Carlos Fernández Pello
• Localización: Re-visiones, ISSN-e 2173-0040, Nº. 1, 2011
• Idioma: español
• Títulos paralelos:
  • Affected knowledge
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• Resumen
  • español

    Inmersos en pleno debate acerca de lo que define la investigación académica en arte, sigue resultando difícil encontrar posturas que, más allá de sopesar las virtudes o defectos de la academia, aborden la cuestión desde la parataxis [1] entre texto e imagen. A pesar de la natural confrontación de opiniones, parece haber un sospechoso y apabullante consenso a la hora de definir los límites de cada cosa y, lo que es más alarmante, a la hora de defender las cualidades objetivas de uno frente a las cualidades subjetivas de la otra. Esta retórica del valor solemne de lo textual frente a lo alegre de la imagen sorprende en tanto que su dislocación -o al menos la revisión de lo que queremos decir cuando nos referimos a cada una- lleva instalada mucho tiempo en el ojo del hurácan del discurso estético contemporáneo. Pareciera que las diversas crisis estatutarias de las que han dado y dan cuenta los estudios visuales, la phrase-image de J. Rancière [2] o el devenir digital de la imagen fuesen meras entelequias estancas que no afectan a la manera en la que las instituciones validan y organizan el conocimiento. Pareciera como si el texto académico siguiera siendo la salvaguarda inviolable, honesta y sincera del conocimiento, pudiendo mantenerse al margen de las profundas reflexiones epistemológicas que nos ha avanzado la crisis de la visualidad. Sin embargo el proceso es de ida y vuelta y no tendría sentido revisar el estatuto de la imagen contemporánea si no es, también, para pensar nuevas textualidades que afecten y actualicen las formas de producir sentido. En otras palabras, mientras que la estética de lo transversal, propia de nuestra era digital, es moneda de cambio común en la teoría que producimos, rara vez la vemos activada en las instituciones académicas que trafican con ella, como si hubieran perdido la capacidad de afectar y verse afectadas por su propio discurso.

  • English

    Immersed as we are in the core of the debate on what defines scholar research in art, it stills feels difficult to come across positions which, besides dealing with the virtues and weaknesses of academia, would address the issue from the parataxis [1] between text and image. Despite the natural confrontation of opinions, there seems to exist a suspicious and overwhelming consensus when it comes to defend one’s objective strengths before the other’s subjective features. This rhetoric of the dignified value of the text, as opposed to the joviality of the image, is surprising in the sense that the dislocation between text and image -or at least the revision of what we mean every time we refer to each of them- has been long established in the eye of the storm of contemporary aesthetics’ discourse. It seems as if the number of statuary crises produced and announced by visual studies, Rancière’s [2] ’phrase-image’, or even the image’s digital offing, were just separate entelequies which do not alter the university procedures for validating and managing knowledge. It seems as if scholarly texts still remained as the sincere, honourable, and sacred safeguards of knowledge, staying outside the deep epistemological discussions the crisis of the visual has brought along with. However, this is a circular process, and it would not make any sense to rethink the status of the contemporary images status without pondering new textualities that would alter and refresh the established ways of producing meaning. In other words, while the aesthetics of transversality of the digital age is common currency in the corpus of the theory we produce, it is seldom actualized inside the academic institutions that traffic with it, as if they had lost their ability to both affect and be affected by their own discourse