Durante casi mil años, Constantinopla fue la ciudad más poderosa y rica de la cristiandad. Su fuerza se mostraba a través de la iglesia de Santa Sofia, del Hipódromo y del Gran Palacio, del que apenas quedan hoy unos pocos vestigios arqueológicos. Pese a todo, la moderna Estambul todavía alberga un puñado de joyas arquitectónicas y artísticas que dieron esplendor a la capital del Imperio bizantino.
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