La judicialización de los conflictos sobre el régimen de visitas y comunicaciones entre abuelos y nietos además de su gran coste económico y temporal, provoca, en muchas ocasiones, el deterioro o incluso, la ruptura de las relaciones paterno-filiales entre los abuelos y sus hijos a lo que se añade un gran sufrimiento a todos los miembros e la familia y, especialmente, a los menores. Para evitar estas consecuencias negativas, la mediación familiar se presenta como el medio más conveniente para facilitar la resolución pacífica de una controversia que afecta de forma directa a tres generaciones de una misma familia.
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