El neologismo periférico de la ‘localopolis’ se presenta en este artículo como una polaridad opuesta a la idea dominante de la ‘cosmópolis’ que durante mucho tiempo ha sido central en el relato de la formación de la comunidad humana. Pero, ¿puede un enigma tosco de este tipo poseer alguna compra conceptual en un ambiente electrónico sofisticado que nos bombardea con información cambiante de cada rincón del globo, segundo a segundo? Los discursos mundiales de hoy han sido transformados por los modos virtuales de comunicación que ahora desplegamos rutinariamente. India, en particular, ofrece un estudio de caso intrigante de un contexto cultural “no occidental” en el que la ubicación geográfica y la identidad histórica se están redefiniendo radicalmente. Sucede que un gran segmento de este país desconcertantemente plural vive en unas cinco o seiscientas ‘pequeñas ciudades’ del subcontinente colindando con la ‘aldea’ India. Hasta ahora, estas viviendas semi-urbanas han sido más o menos invisibles, operando muy por debajo del radar de las luces de la gran ciudad de Delhi o Mumbai. Sin embargo, es imperativo encender los reflectores en esos sitios minurbanos cuyos habitantes están enganchados a la “cultura mundial” sin necesariamente haber viajado a una metrópoli. Esto se debe a que estas ubicaciones podrían alterar nuestra visión del futuro al ofrecernos modelos de diafonía que no solo son multilingües y multiétnicos, sino también multiéticos. Por esta razón, mi descripción de estas ciudades se configura en parte como una conversación autorreflexiva entre ciudadanos indios preocupados acerca de cómo esos lugares pueden forzar la mirada del mundo hacia “otro lado” emocional y encarnado, lo que irónicamente desafía muchas de nuestras preciadas suposiciones sobre las relaciones centro-periferia.
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