El presente artículo propone interpretar la comedia El conde Partinuplés (1653), de Ana Caro Mallén, como una reflexión sobre las posibilidades, contradicciones y limitaciones experimentadas por la mujer gobernante en el marco sociocultural del siglo XVII. Dicha reflexión se construye a través del personaje ficticio de Rosaura, emperatriz de Constantinopla. La obra se nutre, además, de numerosas referencias intertextuales, mitológicas y culturales que se ven invertidas o subvertidas en manos de la dramaturga, al tiempo que la magia (elemento dual y de gran valor simbólico) y la solidaridad entre mujeres se convierten en el ente generador de la agencia femenina en la comedia.
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