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Nueva Sede BBVA

  • Autores: Herzog & De Meuron
  • Localización: On diseño, ISSN 1695-2308, Nº. 378, 2017
  • Idioma: español
  • Enlaces
  • Resumen
    • Este ejemplo palmario de lo que supone llevar la arquitectura hacia sus posiciones más icónicas está acompañado de una estrategia de proyecto sumamente inteligente, lo que permite al complejo edificatorio convertirse en reclamo, imagen corporativa y elemento integrador en un entorno desestructurado.

      La nueva sede del banco BBVA concentra las oficinas centrales del banco para unos 6.000 puestos de trabajo en una parcela en la periferia de Madrid, en el barrio de Las Tablas. Una parcela de grandes dimensiones que contaba con un condicionante fundamental como parte de las bases del Concurso Internacional convocado a finales del año 2007 y que resultaba ser la necesidad de incorporar de forma parcial al proyecto los ocho edificios en fase avanzada de construcción que se estaban desarrollando en parte de la misma. El resultado es un complejo edificatorio que se evade de las condiciones un tanto caóticas y desestructuradas de su entorno, concentrándose en dar solución al complejo programa funcional planteado por la propiedad.

      Un conjunto de edificios de baja altura consigue salvar de forma inteligente el gran desnivel que presenta la parcela y se configura a través de unas naves de oficinas alargadas cuyo número y anchura fue modificándose desde la fase de concurso a lo finalmente construido, pero sin perder nunca la esencia del concurso ganador de Herzog & de Meuron, en el que a través de esta concentración de edificios bajos en bandas con sus calles y patios interiores, se perseguía la generación de un sistema urbano a modo de ciudad, en el que los valores de comunicación, iluminación, colaboración y transparencia entre los espacios de trabajo fueran los protagonistas.

      La búsqueda de incorporar los criterios de sostenibilidad como parte integral del proceso de diseño, tanto de arquitectura pasiva, como con el uso de las últimas tecnologías, con el objetivo de reducir el consumo de energía, se refleja no sólo en el propio edificio sino en el objetivo de conseguir la certificación Leed Oro al complejo.

      Un espacio de forma circular ligeramente distorsionada, como si se hubiera dibujado a mano alzada para quitarle monumentalidad, se convierte en la plaza sobre la que desembocan todas las calles y patios del conjunto. Punto neurálgico de la comunicación entre los trabajadores y espacios, sobre el que asoma tanto el anillo peatonal perimetral en planta primera como salas de reuniones en planta segunda, todo ello comunicado a través de una serie de escaleras helicoidales.

      Y en la plaza, con orientación Norte-Sur, emerge el edificio en altura, hoy llamado “La Vela”, después de un concurso llevado a cabo entre los trabajadores del Banco. Un edificio de 97m de altura, y algo más de 12 metros de anchura interior, con gran voladizo a Sur para evitar el soleamiento, y mínimo a Norte para mantenimiento. Su forma es más o menos igual que la de la plaza, dando la impresión de haber sido recortada de la alfombra y alzada. Su forma “excéntrica” desconcierta y fascina a la vez. La gran transparencia por su fachada vidriada y su estrechez, lo hacen frágil y delicado.


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