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Resumen de La casa cáscara de Marunys

Eduard Callís, Guillem Moliner Milhau

  • En esta vivienda unifamiliar cabe destacar el atractivo ejercicio de compacidad y riqueza espacial, así como su especial cuidado en el detalle constructivo y su reinterpretación de elementos y soluciones constructivas tradicionales.

    El edificio, de apariencia masiva, corona un promontorio en el borde del tejido urbano. Se podría decir que la casa completa la fisiografía del lugar. La entrada, presidida por una plazoleta y un banco corrido, reconoce el punto más alto y ensancha el cruce de dos caminos. La fachada norte es convexa, atendiendo al trazado de la calle.

    La fachada sur, en cambio, es cóncava para abrazar el jardín con la ayuda de volúmenes auxiliares escalonados. Esta aparente irregularidad perimetral esconde una estructura pautada y ortogonal formada por seis crujías paralelas. De alguna forma podría leerse como una casa rectangular con cubierta a dos aguas a la que se le han achaflanado las caras.

    La edificación mantiene una posición de vecindad y reconocimiento con la vecina masía de Marunys. La nueva construcción establece una relación física con la antigua, y también tiende vínculos con la tradición constructiva local. De hecho, la casa “cáscara” comparte con la masía el módulo y el sistema estructural, la volumetría y los mecanismos de adaptación tipológica al emplazamiento. El conjunto está concebido a partir de estructuras laminares, que adquieren inercia por su forma a través del plegado o curvado. Una delgada pantalla de hormigón armado define la envolvente de fachadas y cubiertas, convenientemente plegada para otorgar estabilidad a la estructura y suficientemente alta para funcionar como jácena de canto que sobrevuela la entrada y el porche. Este caparazón es perforado con precisión, básicamente con agujeros cuadrados de dos tamaños distintos, aparte de la cristalera del porche. Cada ventana responde a una orientación, una luz, un punto de vista sobre el paisaje volcánico.

    La actividad interior viene acompañada por la concavidad de las techumbres. En el piso superior las habitaciones quedan definidas por el intradós formado por las dos aguas de la cubierta. La planta baja está concebida como un espacio único en el que se diferencian ámbitos y rincones. A esta singularización contribuye decisivamente la estructura abovedada, coronando cada una de las actividades que se desarrollan bajo ella. El techo es también responsable de construir un estuche refinado en el espacio interior, en contraste con el carácter áspero del hormigón encofrado en tabla al exterior. El patrón romboidal dibujado en la bóveda remite a lo textil y a los estampados, del mismo modo que el rasurado de los revestimientos de madera evoca un empapelado.


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