En este atractivo proyecto, la relación con un entorno natural de gran belleza, en términos de estriptis visual, se lleva a cabo a partir del diseño de una serie de muros y huecos de geometrías cambiantes y más propias de un ejercicio de papiroflexia.
El paisaje de la isla cambia con nuevas construcciones. Estas dos viviendas sustituyen a una anterior. Las estancias de su interior y las terrazas están orientadas a poniente hacia la lámina de agua de l’Estany des Peix.
Dos volúmenes organizan y envuelven las dependencias, el mayor cerca de la calle de acceso alberga las dos viviendas, el menor es un anexo más cercano al mar. La fachada a la calle es casi opaca, y las que miran al agua se extienden fragmentadas hacia el jardín para que la relación con la orilla sea más imprecisa.
La fachada a la calle oculta por una cara el patio triangular de acceso a la puerta común de las dos viviendas. El muro que la configura dispone de dos pequeñas aberturas a modo de troneras, dispuestas con el objetivo de observar la calle.
Entre esta fachada y la acera se ha prescindido de una valla tradicional; de este modo, la separación entre espacio público y privado se lleva a cabo mediante un jardín, a modo de seto, bajo y elevado, en el que se han plantado romero y buganvilias que acompañan a una palmera canaria existente.
La plantación de unas ampelopsis garantiza que el protagonismo del muro blanco opaco se convierta pronto en un jardín vertical natural de temporada.
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