La traducción intercultural implica no sólo trasladar un texto de una lengua fuente a una lengua meta, sino también transferir los aspectos culturales que se hallan codificados en la lengua de partida. Esos aspectos culturales no sólo se hallan presenten en los lexemas ranqueles sino también en la estructura sintáctica de la lengua. Por ello, recurriremos en este trabajo a la etno-sintaxis de Wierzbicka (1988) quien considera que las construcciones sintácticas codifican y corporizan significados específicos de una lengua y modos de pensar, con locual la sintaxis puede determinar hasta cierto punto el perfil cognitivo de lalengua. Dice la autora que el hecho de que las construcciones sintácticas presenten más frecuencia de aparición que ciertos ítemes léxicos, que además sean más estables y resistentes al cambio y menos dependientes de factores extralingüísticos, las convierte en fuentes muy valiosas para objetivar los modos de pensar y concebir el mundo de una comunidad lingüística particular. Y agrega que el dominio de la etno-sintaxis es igual al de la sintaxis, sólo que difiere en la perspectiva en que se ubican los hechos de la sintaxis, pues lo que importa en este caso es la etnofilosofia que se corporiza y manifiesta a través de las estructuras sintácticas (1988: 169-170). Nos ocuparemos entonces de analizar una construcción sintáctica particular, la incorporación nominal del ranquel, con los aspectos semánticos y pragmáticos que la misma conlleva, para ver luego los conflictos que genera su traducción al español.
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