No se ha conocido nada igual. Que más de tres millones de personas presenciaron en directo el cortejo fúnebre de los restos mortales de la princesa de Gales por las calles de Londres y que 2.500 millones de personas-¡la mitad de la población mundial!-siguieran desde sus casas el oficio religioso celebrado en la abadía de Westminster indica bien a las claras que Lady Di era algo más que una princesa. Diana de Gales había sintonizado con el pueblo. Jamás ha sucedido algo semejante en la historia de las monarquías.
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