Las nuevas tecnologías han multiplicado la capacidad del Estado para invadir «nuestro espacio privado» en el curso de investigaciones criminales y, con ello, la necesidad de que los Tribunales reconozcan nuevas áreas de protección más allá de los márgenes del concepto tradicional de intimidad. En este marco resulta especialmente interesante el examen de la sentencia del Tribunal Supremo Federal de los Estados Unidos en el caso Carpenter v. United States. Esta resolución es una buena muestra de la evolución de la jurisprudencia estadounidense en esta búsqueda de nuevas barreras de protección.
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