Ayuda
Ir al contenido

Dialnet


Expectativas de salud en la sociedad mediática global

  • Autores: Milagros Pérez Oliva
  • Localización: Humanitas : Humanidades Médicas: Tema del mes on-line, ISSN-e 1886-1601, Nº. 45, 2009 (Ejemplar dedicado a: Expectativas de salud en la sociedad mediática global), págs. 1-30
  • Idioma: español
  • Títulos paralelos:
    • Health expectations in the globalized media society
  • Texto completo no disponible (Saber más ...)
  • Resumen
    • español

      La salud es un elemento esencial en la cultura del bienestar y las expectativas que los ciudadanos tienen de sus posibilidades de salud vienen en gran parte determinadas por la cultura.

      La interacción entre genética y ambiente va modulando la respuesta de nuestro organismo a lo largo de la vida. De la misma manera que somos lo que comemos, lo que bebemos y lo que respiramos, también somos lo que pensamos. Las percepciones condicionan nuestro pensamiento y nuestro comportamiento y esto repercute sobre la salud. ¿Cómo se generan esas percepciones en nuestra sociedad? En gran parte a través de los medios de comunicación.

      La sociedad mediática globalizada se asienta sobre una revolución de las tecnologías de la comunicación que permiten transmitir cualquier información a cualquier parte del mundo en tiempo real. Gracias a Internet, los centros de producción de conocimiento están permanentemente conectados. La sociedad en red ha contribuido de forma excepcional a la aceleración de los tiempos, y también a una aceleración sin precedentes en la producción de conocimiento científico.

      Uno de los cambios más relevantes afecta a la socialización del conocimiento. Los medios de comunicación se han convertido en el principal instrumento de transmisión del nuevo conocimiento a la sociedad. En el ámbito de la biomedicina, eso significa que el nuevo conocimiento pasa ahora directamente del laboratorio a la sociedad, y cambia a tal velocidad que la sociedad apenas tiene tiempo de asimilar las consecuencias de los nuevos descubrimientos.

      Los espectaculares avances en el campo de la biología han permitido penetrar en los últimos años en ámbitos que parecían inasequibles. Las investigaciones en clonación, reprogramación celular, ingeniería de tejidos, nanotecnología o neurociencias suponen un salto extraordinario en la capacidad de intervenir sobre el organismo.

      Es natural que despierten una gran expectación.

      Pero la extrema competencia en la que operan los equipos les lleva a comunicar los hallazgos en fases cada vez más tempranas. Y para poner en valor informativo los avances que se producen en el laboratorio, con frecuencia se presentan ante la opinión pública, no en su realidad actual (una molécula con potencialidad terapéutica, identificación de un nuevo mecanismo genético), sino en su potencialidad futura (un nuevo tratamiento, una nueva diana terapéutica). Son los futuros de la medicina, que muchas veces no llegan a concretarse o, si se concretan, no lo hacen en los tiempos previstos, como hemos visto en el caso de la terapia génica.

      Esta manera de comunicar y la forma hagiográfica, casi épica, con la que se presenta en general la investigación médica, generan en la sociedad falsas expectativas, no sólo en las posibilidades individuales de curación, sino también acerca de las posibilidades de la medicina en general. La emergencia en paralelo de un nuevo tipo de paciente más informado, más exigente y con menos capacidad de frustración, dificulta enormemente la relación entre el médico y el paciente y favorece un clima de ansiedad colectiva del que intenta beneficiarse una nueva industria centrada en el comercio de la salud.

      La posibilidad de intervenir en los procesos básicos de la biología ha suscitado nuevos dilemas éticos y cambios fundamentales en la cultura, como por ejemplo nuestra relación con el azar y con el futuro. Nunca como ahora una persona había tenido tantas posibilidades de elección. Y tanta necesidad de anticipación. La tradicición y las reglas sociales encarrilaban de tal modo la vida de las personas hasta no hace mucho, que gran parte de las decisiones de la vida le venían dadas por el medio. Ahora podemos elegirlo casi todo y los avances en biología nos colocan a las puertas de poder elegir también respecto de cuestiones de nuestro organismo que hasta ahora nos venían dadas por el azar. El diagnóstico preimplantacional permite elegir entre diversos embriones aquellos que están libres de una determinada anomalía genética. No es difícil imaginar que conforme se avance en el conocimiento, las posibilidades de decisión se incrementarán. Hoy sería ya posible elegir el sexo.

      Hasta ahora, el límite se ha establecido en que la intervención tenga finalidad terapéutica, pero conforme avanza el conocimiento también evoluciona la percepción social y es previsible que los límites se muevan. ¿Será posible algún día elegir un hijo a la carta? La eugenesia liberal, aquella que busca el perfeccionamiento del individuo, es objeto ya de un intenso debate en medios académicos.

      Lo que subyace en la nueva cultura basada en las posibilidades de la ciencia es un deseo de control del azar. En una sociedad cada vez más compleja y con mayores incertidumbres, el deseo de control y de anticipación del futuro está condicionando la respuesta social a fenómenos que antes estaban gobernados en gran parte por el azar. Lo hemos visto con claridad en tres recientes amenazas sanitarias globales: la neumonía atípica asiática (SARS), la gripe aviar y la gripe A.

      Algunas de las características de la sociedad mediática globalizada agravan las consecuencias negativas de estas amenazas. En esta sociedad se diluyen conceptos tan importantes para la ubicación como centro y periferia, próximo y lejano, real e hipotético. La instantaneidad en la comunicación permite vivir como próximas amenazas que pueden ser lejanas. Cuando un acontecimiento acapara la atención global tiende a crecer como una bola de nieve por el efecto mediático, de manera que cualquier amenaza percibida como grave para la salud puede provocar un tsunami de reacciones en todo el planeta, como hemos visto en las últimas crisis sanitarias. Con su tendencia a la espectacularidad, a presentar como certezas lo que sólo son hipótesis y a situarse siempre en el peor escenario posible, los medios de comunicación contribuyen de forma poderosa a crear unas dinámicas que generan alarma social.

      Como hemos visto en las últimas crisis, el miedo a la pandemia puede causar más daños que la propia pandemia.

      La necesidad de anticipar el futuro en una estructura política que decide en clave de presente inmediato conduce muchas veces a aplicar políticas preventivas desmesuradas o injustificadas. El miedo a ser culpados de no haberse anticipado condiciona las decisiones de unos políticos cuyo horizonte individual se mide por legislaturas. La nueva cultura de la urgencia conduce con frecuencia a decisiones compulsivas y con frecuencia erróneas, de las que en el ámbito de la salud tenemos elocuentes ejemplos.

      La dialéctica entre individuo y sociedad se plantea con frecuencia en el ámbito de la salud de forma conflictiva. La cultura de la prevención ha dado frutos muy positivos, no cabe duda, en la mejora de la salud y la calidad de vida. Pero hay también una prevención insana. La obsesión por la salud, por evitar el sufrimiento o la enfermedad, puede convertirse en una nueva patología social.

      Una patología de la cultura consumista.

      Consumimos salud como consumimos cualquier otra cosa y al final podemos acabar convertidos en consumidores de salud consumidos por nuestra obsesión.

    • English

      Health is a core issue in the culture of welfare and the expectations that citizens have on their potential health are largely determined by culture.

      The interaction between genetics and environment will modulate the response of our body throughout life. In the same way that we are what we eat, what we drink and what we breathe, we are also what we think. Perceptions determine our thinking and our behavior, and this has an effect on health. How these perceptions are generated in our society? Largely through the media.

      The globalized media society is founded on a revolution in communication technologies that let you transmit any information anywhere in the world in real time. Thanks to the Internet, the centers of knowledge production are permanently connected. The networked society has contributed exceptionally to the acceleration of time, and also to an unprecedented acceleration in the production of scientific knowledge.

      One of the most significant changes affects the socialization of knowledge. The media have become the main vehicle of transmission of new knowledge to society. In the field of biomedicine, this means that the new knowledge is now directly travelling from the laboratory to society, and changing so fast that society has little time to assimilate the implications of new discoveries.

      In recent years, the stunning advances in the field of biology have allowed us to enter areas that seemed unaffordable. Research on cloning, cellular reprogramming, tissue engineering, nanotechnology and neuroscience increase by leaps and bounds the ability to work on the body.

      It is natural for them to awaken great expectations. But the extreme competition in which teams operate leads them to communicate findings in an increasingly early stage. And for the advances reached in the laboratory to be provided with an informative value, they are often presented before the public, not in its current reality (a molecule with therapeutic potential, identification of a new genetic mechanism), but as its future potential form (a new treatment, a new therapeutic target). They are the future of medicine, which often fail to materialize or, if certain, they do not do it on schedule, as seen in the case of gene therapy.

      This way of communicating and the hagiographic form, almost epic, in which medical research is often presented, create false expectations in society, not just with regards to the individual possibilities of healing but also to the possibilities of medicine in general. The parallel emergence of a new type of patient that is more informed, more demanding and has a lesser frustration capacity, greatly complicates the relationship between doctor and patient and promotes a climate of collective anxiety from which a new industry focused on health trade is meant to profit.

      The possibility of intervening in the basic processes of biology has created new ethical dilemmas and fundamental changes in culture, such as our relationship with the chance and the future. Never before has a person had so many choices. And so much need of being advanced.

      Not long ago, tradition and social rules led the lives of people to such an extent, that many life decisions were environmentally conditioned. Now, we can choose almost anything and the advances in biology place us at the doors of even being able to make choices on our bodies that till now were determined by chance. Preimplantational diagnosis enables to choose among different embryos, those that are free from a specific genetic abnormality. It is not difficult to imagine that as the level of knowledge gets higher, decision opportunities will increase. Today, it would be possible to choose the sex of a baby. Until now, the limit for the intervention has been established on its therapeutic purposes, but it is also likely that with advancing knowledge and changing social perception these boundaries will move. Will it be possible one day to choose a custom-made child? The liberal eugenics, one that seeks the perfection of the individual, is already the subject of intense debate in academic circles.

      What underlies the new culture based on the possibilities of science is a desire to control chance. In an increasingly complex society and with greater uncertainty, the desire to control and anticipate the future is conditioning the social response to phenomena that were previously largely governed by chance. We have clearly seen it regarding three recent global health threats: the asian atypical pneumonia (SARS), avian influenza and influenza A.

      Some features of the global media society exacerbate the negative consequences of these threats. In this society, highly important concepts for location, such as center and periphery, near and far, real and hypothetical get diluted. The immediate communication enables to live as close threats, ones that may be distant. When an event captures global attention tends to grow like a snowball by the media effect, so any health threat perceived as serious can cause a tsunami of reactions across the globe, as we have seen in recent health crises. The media, with their tendency toward spectacle, to present as certainties mere hypotheses and always placed in the worst case scenario, powerfully contribute to create a dynamics that generates alarm. As we have seen in recent crises, fear of the pandemic can cause more damage than the pandemic itself.

      The need to anticipate the future in a political structure whose key decision-making process is immediateness often leads to implement preventive policies that are often excessive or unjustified. The fear of being blamed for not having been advanced conditions the decisions of politicians whose individual horizon is measured by terms of office. The new culture of emergency frequently leads to compulsive and many times mistaken decisions among which the ones related to health are telling examples.

      The dialectic between the individual and society frequently arises in the health field as a conflict.

      The culture of prevention has, undoubtedly, brought about very positive results when it comes to health and life quality improvement. But there is also an unhealthy prevention. The obsession with health, to prevent suffering or disease, may become a new social disorder. A disorder of the consumer culture. We consume health as anything else and eventually we end being health consumers consumed by our own obsession


Fundación Dialnet

Dialnet Plus

  • Más información sobre Dialnet Plus

Opciones de compartir

Opciones de entorno