Durante el primer franquismo, el cine fue el gran medio de entretenimiento de masas y sus intérpretes, especialmente las actrices, figuras populares y carismáticas. Amparo Rivelles fue una de las estrellas cinematográficas que gozó de un mayor reconocimiento, al tiempo que encarnaba claras contradicciones con el discurso oficial de género: presencia en la esfera pública, aspiración de realización personal a través del trabajo en lugar de la maternidad y la familia, autonomía personal y económica, apelaciones a la belleza femenina y culto al cuerpo, o escasa importancia de las prácticas religiosas. En un contexto de represión y censura informativa, los medios de comunicación trataron de resignificar, modular o silenciar aquellos comportamientos que no se consideraban adecuados para la moral de la época. Pero no pudieron impedir que las imágenes polisémicas de estrellas como Amparo Rivelles permitieran a las espectadoras de la época interpretarlas de una manera heterodoxa.
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