Entre los años cincuenta y setenta del siglo pasado en territorio de Aguascalientes, al centro de la República Mexicana, se desarrolló el cultivo intensivo de la vid y se instalaron varias de las más importantes empresas vinícolas. La Asociación de Vitivinicultores fundó, en 1954, la Feria de la Uva y diseñaron una estrategia que consistió en invitar a periodistas y políticos, así como a embajadores y cónsules, con el propósito de que fueran sus portavoces tanto en México como en el extranjero, poniendo en relieve las supuestas bondades de la tierra, vides y vinos producidos en Aguascalientes. Comidas campestres, bailes, juegos pirotécnicos, concursos, eventos deportivos, coronación de la reina, presencia de artistas del mundo teatral y cinematográfico del momento, fueron algunos de los elementos de ese espectáculo que se montó año con año tanto para la élite como para el pueblo.
Por otro lado, entre 1961 y 1963 fueron pintados por el artista Oswaldo Barra Cunningham en el Palacio de Gobierno de la capital de Aguascalientes, los murales “Aguascalientes en la Historia” y “Feria de San Marcos”, plasmando en algunos detalles temas relacionados con la pisa de la uva, la explotación de mano de obra infantil y femenina en los viñedos, la presencia del magnate de la vitivinicultura en México y principal impulsor de esa agroindustria, la burguesía bebiendo bebidas caras mientras el pueblo trabajador es explotado. Estas críticas del artista al sistema provocaron una serie de reacciones que también la prensa se encargó de propagar.
Con el paso del tiempo la polémica se disipó, la vitivinicultura colapsó, se pintó un tercer mural (“Colores de la Bandera”) con tema alusivo a la vid, se hicieron intentos por reavivar la agroindustria como un itinerario cultural que se niega a morir; hoy en día las obras artísticas son consideradas punto de visita obligado, esto es, paradójicamente se convirtieron en un espectáculo en sí mismo.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados