La Constitución Española de 1978 se aprobó en un momento histórico en el que España se enfrentaba a la violencia terrorista protagonizada por varios grupos entre los que sobresalía, indudablemente, la organización terrorista ETA. El texto constitucional tuvo el acierto de contemplar medidas extraordinarias para asegurar la eficacia de la lucha antiterrorista y proteger, al mismo tiempo, los derechos fundamentales y libertades públicas. Cuando se cumplen cuarenta años de vida constitucional, constatamos que la amenaza terrorista sigue existiendo, aunque ya no es ETA quien la protagoniza sino el terrorismo internacional de filiación yihadista, que exige reflexionar sobre las nuevas implicaciones que la lucha contra el terrorismo tiene en el terreno de las libertades públicas, partiendo de la base de que las políticas públicas de seguridad colectiva constituyen una prioridad en la acción de los poderes públicos.
When the Spanish Constitution was approved in 1978, the country was facing the threat of severe terrorist violence led by several groups among which, undoubtedly, the terrorist organization ETA stood out. The Constitution had the wisdom to provide extraordinary measures to ensure the effectiveness of the fight against terrorism and protect, at the same time, fundamental rights and civil liberties. After forty years of constitutional life, we confirm that the terrorist threat continues to be high, although ETA does no longer exist. International terrorism of jihadist affiliation requires reflection on the new implications that counterterrorism has on the ground of public liberties, based on the premise that public policies on collective security are a priority in the action of public authorities.
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