La compresión del suicidio ha sido difusa por su configuración multifactorial, especialmente en la adolescencia, una etapa crucial del desarrollo humano por los cambios biopsicosociales que allí se producen. Comprender las diferentes manifestaciones de la conducta suicida a través de los factores tempranos -como el apego y la regulación emocional- arroja luces sobre la importancia del vínculo afectivo con los padres y la forma que se realiza la gestión emocional para la existencia. La prevención del suicido podría direccionarse desde el fortalecimiento de los vínculos afectivos en la infancia-adolescencia, y la educación en el uso de estrategias de regulación emocional efectivas, que contribuyan a la exploración segura del mundo, a las relaciones sociales sanas, y a una mejor salud mental de los adolescentes.
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