En Europa, la población se estanca y envejece; al otro lado del Mediterráneo, aumenta y rejuvenece. A partir de esta constatación, muchos concluyen que la explosión de los flujos migratorios se vuelve inevitable. Por lo tanto, habría que blindar las fronteras o abrirlas. ¿Acaso no es este análisis inútilmente fatalista?
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