Mucho se habla de la "resistencia al cambio" de los uruguayos, al punto que se vuelve un estigma nacional cuando intentamos promover nuestras inquietudes. Aún cuando esa resistencia existe y opera como un freno a nuestra evolución social, no es característica del uruguayo moderno sino de una forma de administración gerontocrática e interesada. La propuesta es intentar individualizar el origen de esa resistencia para mostrar que los uruguayos estamos abiertos a los cambios, tenemos disposición a la crítica constructiva y nuestro estado societario actual ha sido condicionado fundamentalmente por la historia y no por nuestras iniciativas personales.
La imagen es reforzada continuamente por los medios de comunicación dado que la recreación permanente de las conquistas históricas pasadas oculta la impotencia actual para avanzar.
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