Los sacramentos son, mientras peregrinamos sobre la tierra, nuestro contacto con el cielo. Son espacio de encuentro con Cristo, en el Espíritu. Son umbrales donde celebramos nuestra pertenencia al cielo. Son acciones epicléticas y doxológicas de la Iglesia en virtud del sacerdocio común de sus miembros. Nos introducen en el misterio de la Trinidad y nos orientan hacia el Padre y hacia su Reino. Desvinculados de las otras dimensiones de la Iglesia, que son el anuncio o testimonio (martyria) el servicio (diakonia) y la comunión (koinonia), pierden su sentido y se atrofian. En el organismo sacramental que es la Iglesia, la Eucaristía late como su corazón.
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