Discurrir sobre el final de la historia, del arte o de la filosofía se ha convertido en una actividad frecuente y fructífera en la historiografía filosófica de los últimos decenios. En el presente artículo se analizan el origen, las relaciones y las implicaciones de dichos discursos, siendo su eje la filosofía hegeliana. La tesis principal es que, para salvarlos, han de ser interpretados como afirmaciones performativas.
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