El artículo abre una nueva vía sobre cómo se tejió el círculo de los intelectuales de la diáspora en torno a la figura de Picasso, quien contribuyó a rescatar a numerosos artistas de los campos de concentración franceses, ejerciendo después el papel de mecenazgo. Es decir, se convirtió en el integrador de una generación dispersa en el exilio, que encontraron en él, ante las dificultades del destierro, la oportunidad para continuar sus trayectorias profesionales en el exilio francés. Además de su faceta de coleccionista y de marchante de artistas republicanos, las huellas picassianas se encuentran recogidas en las obras de los artistas del exilio. Como resultado de estas relaciones, se percibe la exaltación de la identidad y la evocación de la tradición desde la diáspora.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados