"¡No señora! Prefiero mil veces marcharme de la casa que pasarme sin el verdadero extracto de carne Liebig". Corría el año 1907 cuando una insolente cocinera tenía la osadía de dirigirse a su ama con tan marcado fervor por un nuevo condimento culinario. Y transcurrían también los primeros años de este siglo cuando la hoy mundialmente famosa chispa de la vida de presentaba como "una bebida de sabor delicioso y desconocido, elegida en todas partes por el mundo chic". Ingenuos, directos y cándidamente agresivos, los tatarabuelos de nuestras actuales campañas pueblan ahora las páginas de un libro con hondo aroma a nostalgia. Asombro del lector de hoy ante la noticia de que se anuncia con el nombre de Pajarete Orquídeo, o ante una colonia que expresa sin pudor que su aroma es bueno porque "huele a hombre". Historia publicitaria recopilada por La Vanguardia en un volumen bautizado con el título de "Más de cien años de anuncios de prensa".
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