A nadie puede sorprender que el Premio de Diseño, máximo reconocimiento al ejercicio de la profesión, haya sido este año para Carlos Rolando. Produce asombro que haya tardado tanto en llegar, pues pocas figuras como la del galardonado en esta edición han contribuido tanto a clarificar en nuestro país lo que el diseño y el buen diseño significan. Como reza el viejo refrán, nunca es tarde si la dicha es buena. Nosotros aprovechamos la oportunidad para disfrutar -una vez más- de la generosidad de su palabra y la lucidez de sus reflexiones, aderezadas con innumerables anécdotas reunidas a lo largo de cuarenta y cuatro años de intenso trabajo.
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