Durante los años treinta, la elaboración de vacunas para la prevención de enfermedades animales era una necesidad sentida; se lograron avances con algunas vacunas bacterianas en los laboratorios de la Escuela de Veterinaria y en el Instituto Behring. El escenario se tornó complejo después de la entrada de la fiebre aftosa a Colombia en 1950, ante la escasa experiencia con el aislamiento y replicación de agentes virales en el laboratorio. La creación del Instituto Colombiano Agropecuario, el Centro Internacional de Agricultura Tropical y la Empresa Colombiana de Productos Veterinarios Vecol constituyeron elementos importantes para la investigación y producción industrial de vacunas. Eduardo Aycardi Barrero fue un protagonista de la investigación y el desarrollo de vacunas en Colombia. Los retos, obstáculos y presiones, le imprimieron un determinante empeño por el encuentro de métodos y técnicas eficientes para producir excelentes inmunógenos contra rabia humana y animal, encefalitis japonesa, peste porcina clásica y fiebre aftosa. Su constante labor ha cruzado las fronteras y constituye un ejemplo para las nuevas generaciones profesionales.
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