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Reflexiones sobre el liderazgo estratégico

  • Autores: Federico Aznar Fernández-Montesinos
  • Localización: El liderazgo estratégico: una aproximación interdisciplinar / coord. por Agustín Guimerá Ravina, 2018, ISBN 978-84-9091-366-6, págs. 27-46
  • Idioma: español
  • Títulos paralelos:
    • Some thoughts on strategic leadership
  • Enlaces
  • Resumen
    • español

      El liderazgo estratégico es un arte infrecuente, debido al reducido número de quienes se dedican efectivamente a estos menesteres. Hay pocas personas de nuestra sociedad occidental que realmente tengan que disponer de una perspectiva, de una referencia estratégica, a la hora de abordar los problemas. Sin embargo, la aproximación estratégica ofrece respuestas significativamente diferentes a las aproximaciones hechas desde referencias tácticas u operacionales. Disponer de ellas es de especial trascendencia e implica una educada sensibilidad. El mundo militar tiene mucho que aportar a la esfera civil sobre este arte, en particular a las grandes corporaciones.

      La estrategia está ligada a una visión e implica retrotraerse, trascender el momento actual y el espacio presente para ir en pos de un futuro posible. El liderazgo estratégico es el arte del comandante en jefe, puesto que le es conferido desde un nivel aún más superior. El líder es una figura física, pero también es un espacio indeterminado que actúa como portal y conversor de realidades bien diferentes, transformando unas claves en otras y procurando la conexión entre la táctica y la política. Es conductor y profeta a un tiempo, moviéndose en lo militar y en las demás instituciones, dentro del espacio fijado por la política; y en la empresa, lo hace dentro del espacio delimitado por quienes son sus propietarios efectivos.

      El liderazgo estratégico es el fracaso definitivo de la linealidad, una dimensión específica y diferente. Tiene como marco en el mundo político-militar una suerte de nube o enjambre en la que interactúan y se relacionan diferentes autoridades y poderes más o menos imprecisos e indeterminados y que encuentran su representación conjunta en el CHOD —chief of Defense—, JEMAD en terminología española.

      La complejidad de las sociedades actuales hace que el liderazgo no recaiga tanto sobre una persona como sobre un grupo de ellas. Sociedades complejas han traído formas complejas de liderazgo en las que el líder encabeza una institución que trasciende su persona. Más aún, siguiendo a Max Weber, «la permanencia de una institución no depende tanto del carisma de un solo líder como del cultivo del liderazgo en todos los ámbitos de la misma» (WEBER,Max.

      La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Madrid:Alianza editorial 2012). A la sociedad le interesan más instituciones fuertes que líderes fuertes. Hablamos así de un liderazgo sin líderes, de una cultura que trasciende a las personas y proporciona las respuestas que las sociedades demandan.

      Con todo, la cultura corporativa militar es una cultura táctica —no en vano, el heroísmo es táctico— que, incluso, presiona y trata de imponerse como natural a nivel estratégico, llegando incluso a debilitar o condicionar el necesario diálogo político-estratégico. Algo parecido pasa en el mundo empresarial.

      La ausencia de conflictos ha evitado el que existan hoy líderes militares fuertes, modelos de emulación. Esto ha propiciado, especialmente en Europa, pero también en Estados Unidos, una cultura militar y democrática muy fuerte y específica de Occidente, donde surge el citado liderazgo sin líderes, fruto de la consolidación de la cultura y tradiciones militares en instituciones y órganos que trascienden claramente a las personas que los dirigen.

    • English

      Military Strategic Leadership is an infrequent art. There are quite a few people in our Western society who had to deal with a general strategic perspective, to face the challenges of our present world. But the strategic approach is giving different answers to the tactic and operational approaches. This perspective transcends the reality; it shows a cultivated sensibility. The military world has much to offer to the big modern corporations on this matter.

      The Military Strategy is a visionary activity. The Military Strategic Leader must transcend the present time and social context to make a possible future. It is the art of the Commander in Chief. The leader is a physical figure, but he is also a bridge between big different realities, transforming some principal ideas into another one, connecting the tactics with the politics.

      He is conductor and prophet at the same time, performing between the military world and other social institutions, either in the place which has been assigned by politics, or in the place signalled by the directors of a business company.

      The Military Strategic Leadership is the failure of the lineal thought and action, another dimension.

      It acts in the political and military world, a kind of “cloud” where different undetermined powers are interacting and represented by the Chief of Defence at the highest level (JEMAD in the Spanish terminology).

      In our present complex societies the Strategic Leadership is developed not by a person but a group. Now there are complex forms of leadership, where the leader is representing an institution which is transcending his individuality. Following Max Weber’s axiom, “the permanence of an institution is not based on the charisma of a single leader but the improvement of leadership in all its areas.” The society is more interested in having strong institutions than strong leaders. We are now talking about a leadership without leaders, a culture which transcends the people and give answers demanded by the society, But, nevertheless, the military corporative culture is a tactical culture. The heroism is a tactical concept. This culture is pressing and imposing itself to the strategic level, even conditioning and debilitating the necessary political and strategic dialog. Something similar is taking place in the business world.

      The absence of conflicts in our Western World has avoided the existence of strong military leaders, as models to be emulated. This phenomenon has promoted a strong democratic military institution, a kind of “leadership without leaders”, as a result of long traditions and behaviours.


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